Un administrador de loterías gallego dice que se ha encontrado por casa un boleto de la Primitiva premiado con 4,7 millones de euros. Hasta aquí todo bien. ¡Enhorabuena! Pero resulta que el legítimo propietario es un señor que está muerto. Y, claro, la Policía sospecha que el lotero ha hecho alguna estrategia tipo Mago Pop para quedárselo. Y vosotros diréis: «¡Hombre! Al muerto de poco le serviría». No lo tengo claro, porque mirad Paquito, que hace cuarenta años que yace y todavía es estrella de Televisión Española. Ahora os explicaré una anécdota que me pasó cuando la gente cobraba con talones. Me refiero a los años noventa, no al 1-O.
En 1994 me pagaron con un cheque unas charlas sobre periodismo que había dado en los institutos. No sé si gracias a mis consejos alguno de aquellos niños, que ahora tendrán cuarenta años, habrán llegado a director de algún medio o se habrá suicidado. Pues cogí aquel talón en la calle Augusto y bajé por la Rambla hasta el Times. Al coger la cartera… el cheque no estaba. Lo había perdido. ¡Uf! Era imposible recuperarlo. Pero, creo recordar que un compañero -que por cierto, también escribe opinión aquí- me acompañó y recorrimos la Rambla hasta que, a pocos metros del Motoclub, en el suelo y unas horas más tarde, lo encontramos. El papelito bancario estaba intacto, a pesar de los centenares de personas que habían pasado por su lado sin cogerlo ni pisarlo. Hubiese sido más normal encontrarlo en la playa, porque era un «milagro». Así que si el lotero dice que se lo ha encontrado, le creo. Al fin y al cabo, como no abran bancos en el otro mundo, veo jodido que el difunto lo pueda cobrar. ¿Cómo? ¿Qué ya han abierto un chino? Jod…