Conozco gente que se ha tirado en paracaídas vestido de Dalí o que ha subido a la Mussara andando de espaldas… pero no he encontrado nunca un periodista con un sueldo digno en «provincias». Yo no sé andar y tengo vértigo, pero sí que he estado en una negociación entre trabajadores y empresas. Os explicaré cómo va: tu te sientas en una mesita con dos asesores de la empresa. Os saludáis. Pides que se aplique el IPC en la nómina y te dicen que «cero», que no tienen ni un «duro». Todo son pérdidas. Sales y te encuentras al chofer del «capo». Sí, tiene chofer, a pesar de ese «cero». Y te dice que ahora lleva un coche nuevo… pongamos… de unos cien mil euros. Tomas un café con él y te dice que viaja mucho porque han abierto una delegación. Entonces te cabreas porque sabes que te han engañado y convocas una huelga.
Cuando nos encontramos «puteados» en el Aeropuerto del Prat o en Sants, a menudo lanzamos la mierda sobre los trabajadores y no pensamos que es la empresa la que nos está destrozando las vacaciones. Los del «Obrero Español» se han cargado el derecho de huelga a escondidas, poniendo un 90% de los servicios mínimos. Todavía recuerdo que enviaron militares cuando los controladores reclamaban sus derechos. Si, cobran mucho. ¿Y qué? Haz «control+Z» a un Jumbo con 350 cadáveres desparramados sobre una pista. Cada día hay más recortes a los ciudadanos. Pronto nos multarán por tirarnos un pedo en un WC. Si algún día os quitan la pensión de jubilación y cortáis la autopista, los conductores jubilados que cobran pensión serán los primeros en llamaros hijos de señora que fuma. Ya, ya sé que no me contratarán nunca. Claro, no tienen ni un «duro», pero se maquillan con el portland de la cementera de Sant Carles de la Ràpita.