Desde que somos unos mocosos nos inculcan que la Justicia tiene que ser moral y dar a cada uno lo que le corresponde. Pero, a medida que crecemos, empezamos a ver cositas que nos hacen cambiar la admiración por una duda razonable. Últimamente, consideramos que la Justicia -con mayúsculas- no actúa con la equidad que esperamos de ella. Y no, no hablo del juicio del Procés, ni de Sandro Rosell.
El abogado Paco Zapater ha puesto últimamente encima de la mesa el tema de la justicia gratuita. Lo diré claramente: estoy muy a favor de la revisión del funcionamiento del Turno de Oficio en este país. Y en el otro. Considero un abuso que un abogado que lleva un caso penal se pase la vida esperando en los pasillos, entrando en cárceles y aguantando a clientes que no son precisamente el padre Mario Buonnano, para ganar 30 o 50 euros. Si el preso está lejos y se tienen que hacer muchos trámites, incluso pierden dinero. ¿Y cuándo tenemos derecho a tener justicia gratuita? Cuando cobramos menos de 1.800 euros al mes. ¿Cuántos campos de futbol llenaríamos de gente que no cobra eso? Entre otros, muchos abogados. ¡Qué paradoja!
Resulta que el Estado y el Ministerio de Justicia hacen que la responsabilidad recaiga sobre los bolsillos de los letrados. ¿Os parece moral y razonable? No. Los que mandan deben pensar que los abogados se están tocando los «Aranzadis» en casa y es mejor que trabajen por la cara. Sólo conozco una injusticia igual: que los enfermos tengan que pagar para ver la tele en los hospitales. Estaría bien que muchos abogados con pocos ingresos presentasen un Contencioso Administrativo utilizando la justicia gratuita. Tendrían que ir a defenderlos Rajoy, Felipe y Aznar.