Estaba sentado en una pequeña habitación que tengo en casa, donde viven los cepillos de dientes y las cremas. Y en cinco minutos que tardo en… pensar, se me han acudido una serie de soluciones para ayudar a los del Open Arms. Ya, ya sé que es muy fácil hablar y bla bla bla, pero como con el tema de la prostitución o el referéndum, dejemos de mirar al cielo y hagamos alguna cosa de una puñetera vez. A ver, Sánchez, tienes una Armada con embarcaciones rápidas, portaaviones, hidroaviones, aviones Hércules, helicópteros, el Juan Sebastián el Cano y la cabra de la Legión.
Piii, piiii, piiii. ¿Salvini? Hola, soy el presidente del gobierno español y he decidido trasladar a España a los refugiados del Open Arms. Te pido que les dejes desembarcar y los traslades al aeropuerto, si es necesario, escoltados por la policía y tu ejército, por si no te fías de mí. Dos aviones militares Hércules llegarán esta tarde y los trasladarán a España. ¿Capichi?
Piii, piii, piii. ¿Está el Papa? Que se ponga. Francisco, soy Pedro Sánchez. Querría que hicieses de intermediario para ayudar a que los inmigrantes del Open Arms puedan ser trasladados a España por vía aérea.
Piii, piii, piii. Margatira, habla con el Almirante en jefe de la Armada y que envíen la embarcación más rápida que tengamos en la Marina. Sí, ya sé que tardará en llegar. Y si al final no tiene que hacer nada, pues, como si fuesen unas maniobras, que ya las hacemos durante el año en el Mediterráneo.
Bien, ya hemos acabado. ¡Ah, no! Que echen a todos los turistas de la hostería del Valle de los Caídos y que les lleven a dormir y comer allí. Ahora ya podemos tirar de la cadena… o mejor, cortemos la cadena.