Ya sabéis que, como no he llegado a ser director de ningún medio, decidí crear uno y decir que soy el presidente del consejo de administración. Así me siento importante. Mi medio, ActualitatPenal.cat, está dedicado a la sangre y las emergencia. Pero EFE, Reuters, ACN o la CNN no tienen nada que ver con mis vecinas. Ellas sí que tienen información de la buena. Unos días hablan del procés, otro de si lloverá o no, a menudo es un listado de enfermedades y, de tanto en tanto, la crónica rosa del vecindario. Están a 25 metros la una de la otra, pero tienen la capacidad de bajar la voz cuando dicen eso de «¡sshhhhh! Sabes que el marido de la tercero segunda se ha fugado con una rumana?». ¡Y se oyen la una a la otra, perfectamente! Son una especie de «Sálvame», pero en hetero.
El otro día fui a cenar y a dormir a Ulldecona. Ya sabéis, a Les Moles. Pues, cuando he vuelto a casa tras esa pequeña desconexión territorial he oído a la señora Lourdes, la vecina, que gritaba a la Maria. «¿Has oído eso del tsunamiiiii?». «Siii, se ve que es una cosa que no es del Govern, que es de la gente». Yo, que acostumbro a rastrear las redes cada cinco minutos para encontrar emergencias a escala mundial, he borrado la T del teclado de tanto teclear «Tsunami» al Google. ¡No encontraba nada! ¿Cómo era posible que dos jubiladas conociesen la noticia de un terremoto y yo, un especialista, no supiese nada? Así que he decidido consultar la fuente. He abierto la ventana: «Lourdes, ¿Qué es eso del tsunami? Ha sido en Indonesia? En Malasia o en la Polinesia?«. «No, hijo, no, es aquí, será un movimiento así tipo pataleta. ¿Recuerdas aquello de los colegios? Pues como el de Japón, pero con oleadas… de hostias».