Leo que de aquí a un par de semanas podremos viajar a Barcelona en alta velocidad por un precio módico. Entiendo que es en tren, claro, porque no creo que te regalen un Jaguar, como al ex de Ana Mato. Entonces he llamado a Stephen Hawking para que vuelva y me explique qué tengo que hacer a partir de ahora para ir a Barcelona, porque se ha de tener en cuenta tantos factores y cálculos que ni el sincrotrón de Ginebra lo puede solucionar. A ver, si cojo el coche y voy a la estación del Camp de Tarragona -que, como sabéis, se ha de salir del país para llegar-, tardo trece minutos, tengo que pagar parking, el tren debe tardar entre media hora y cuarenta minutos y el billete valdrá 10 euros. En cambio, si voy a la estación frente al Miracle, tardo cinco minutos, el billete me cuesta seis euros (como periodista) y el tren tarda en llegar una hora y diez minutos. Pero resulta que los de la Secuita salen siempre a la hora justa y no se ha visto nunca que uno de los de Tarragona ciudad metan la nariz en la estación a la hora prevista. Además, allí no tienen aparcamiento, ni de pago, ni regalado.
Me ha contestado Hawking que me vaya a la mierda yo y mis ecuaciones. Entonces he llamado a un especialista en mecánica cuántica que me ha dicho que lo mejor es poner en práctica la teoría del gato de Schrödinger. Es decir, que no coja el tren ni en La Secuita ni en Tarragona, sino en los dos sitios a la vez. Es un tema relacionado con que los electrones puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Por si no lo entendéis, es como Maldonado cuando era delegado de la Generalitat, y sin adelgazar ni un gramo. En fin, ¿Sabéis de dónde salen los autobuses que van a Barcelona?