He entrado cuatro veces en una cárcel. Una para fotografiar a Ruiz Mateos para el Times, dos para entrevistar a Bonaventura Barberà (algunos lo recordaréis) y Juan Diego Redondo Puertas «Dieguito el malo», en Can Brians. Me falta una… la visita turística a la Modelo después de su cierre. Siempre me he imaginado cómo ha de ser un día o una semana allá dentro. Diría que lo que más se acerca es cuando haces la mili, que no puedes salir, vistes y comes lo que ellos quieren y trabajar por amor a la arti…llería. La sensación de no tener libertad es como ser padre, sólo lo sabes cuando lo has vivido. No hace falta que os diga que condeno que haya presos políticos en un país que se tilda de moderno y europeo. Digan lo que digan, y como lo digan, a personas adultas y formadas no se puede negar la evidencia de una injusta prisión preventiva. Sólo se lo tragan cuatro que van caliente. Hoy hablo de otra de estas evidencias.
Ayer por la mañana estuve a punto de la autocombustión. El nombre del encendedor: Urdangarin. Ahora escribiré una frase sorprendente: me alegro por él y por la comprensión del sistema penitenciario. Siempre he considerado que no hay que bajar el sueldo al que cobra más que nosotros, sino pedir que nos lo suban a los demás. También he dicho alguna vez que «nosotros» no tenemos que ser como «ellos» y, por tanto, a mí, que salga Urdangarin de la cárcel para hacer trabajos sociales no me parece mal. Pero me gustaría que los presos políticos pudiesen salir a hacer trabajos sociales igual que el yerno corrupto del rey. Quiero que Jordi Cuixart, que es inocente, pueda tener los mismos beneficios que el «jugador». Hoy no he hecho ningún chiste. Ya es bastante chiste cómo funciona la justicia en este país.