A veces me imagino trabajando en Interior de la Generalitat. Cuando mandaba el tripartito llevé mi currículum a la puerta de Governació, en la Via Laietana. Lo debieron dejar «partido-en-tres» para reciclarlo como papel de wc, un modo «ingenioso» de llegar a quien decide. Pero ahora, en estos tiempos convulsos, no quisiera estar en la piel de la gente de comunicación. Hombre! Me gustaría por el sueldo y por estar en contacto con un tema del que entiendo un poco. No, no es por haber escrito libros policiales, sino porque tengo un trasfondo de delincuente. Poco, tengo unas cuentas en Suiza y me gusta ridiculizar a políticos de derechas. También me pasa que tengo una enfermedad: me gusta defender a mis compañeros periodistas.
¿Cuándo dejaremos de poner políticos en cargos que deberían ser para especialistas en el tema que tienen que gestionar? Permitidme que envíe un WhatsApp: «Señor Buch, me parece lamentable que haya destituido Joana en comunicación de Interior». ¡Oh! Es que se ha equivocado dando a conocer que se usaría el gas pimienta. Y, si es así, ¿tú no te has equivocado nunca? Claro que sí, es mucho mejor que un día estés gritando «libertad presos políticos» y aparezca uno de esos armarios sin cerebro y te meta el spray en los ojos por sorpresa. ¿Cómo? «Que si no estás haciendo nada violento, no es necesario que sufras». Y quien valorará si hay violencia? Marchena, Lamela, De los Cobos? Recuerde que su palabra va a misa y la tuya... a la incineradora de Constantí. Por lo visto, no llegaré nunca a la Gene. Una lástima que un hombre como yo, de 108 kilos, con el título de graduado escolar impecable, muera de cajera en un Mercadona. Mira! Allí también tienen pimienta!