Diari Més

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Viví cinco años en Collblanc, un barrio equidistante. O sea, que está entre el Camp Nou y el campo del Espanyol. Cerca hacían el Saló Erótico de Barcelona, pero por un motivo o por otro, nunca fui a ver cómo era aquella feria de muestras. Hace unos días oí una cuña de radio del salón y me prometí que este año no me lo perdería. Volviendo en avión de Madrid al Prat, en vez de tirar para Tarragona, decidí dirigirme a la Farga, a Hospitalet, pero allí no había nada. Entonces vi a una patrulla de la Policía Local y me paré a preguntar por el acontecimiento, en voz baja y un poco avergonzado, como si preguntase por Millán Astray. Los policías, que me reconocieron (hace tantos años que me muevo en el mundo del crimen que en la academia ya les enseñan mi foto sin barba) y cogieron la radio para preguntar: «Z20 para H20. Está el Peñalver, el periodista, preguntando por dónde hacen el salón ese del porno». Miré el bolígrafo del Moi preguntándome si me serviría para suicidarme clavándomelo en el cuello. «Ya no lo hacen en Hospi. ¿Va caliente el Peñalver? Ja, ja, ja», se oía en la radio. Me fui avergonzado hacia el metro. Allí pregunté a un vigilante de seguridad por el salón erótico. Aquel hombre, que debía ser lector de San Mateo, versículo 1.2, me miró extrañado y me contestó: «¿Qué es eso?». «Mire, es un sitio donde vienen señores y señoras muy guapos que hacen un show un poco subidito de tono». «¡Ahhhh! Entonces tienes que coger la línea amarilla y bajar en Vila Olímpica. Entonces entre en el Parque de la Ciutadella y verá un edificio con unas columnas… Pero, si se pierde, pregunte por el Parlament».

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