No veo mucho de cerca. Yo diría que tengo precursores de presbicia. En mi caso, aguda y ampliada, porque no sólo tengo la vista cansada, lo tengo todo cansado. Pero, en cambio, sí que soy observador, y he comprobado que los conserjes leen este artículo. Lo sé porque acostumbran a reconocerme. Eso me pone contento, porque después de trabajar en la tele, la radio, diarios y una funeraria, en el mundo se me conoce por fin por este cuadradito. Hace un año que tuve el placer de aprender los orígenes del ferrocarril y la problemática del corredor del Mediterráneo con el conserje de los servicios de Cultura de la Generalitat, y ayer tuve la fortuna de conocer a Josep Maria Llort, el conserje de la Antigua Audiencia. Ya pueden despedir a todos los doctores en Historia de la URV y contratar a este hombre. Me paré ante la maqueta de la ciudad, del siglo II, y me encantó como me explicaba que los romanos habían vivido con los íberos, los independentistas de la época. Ellos debían ser los creadores del Charteuse amarillo, porque estaban ubicados por aquella zona de la calle Smith. Me enseñó las escaleras romanas que están vetadas al público. Se encuentran dentro de la torre que formaba parte del gobierno de la época de la Hispania Citerior. Creo que García Margallo ya estaba. Debía ser chulo responder cuando te preguntaban en el Forum Provincial por el año de nacimiento y tu podías decir «1». Es el año en el que nacieron todos los de Bilbao.
Ahora me han recomendado que conozca al conserje de la sucursal de una importante institución de Pompeya. Me han dicho que tiene una gran cultura humanista y que está entre Reus y Salou, en un organismo que también tiene un nombre romano: VIPS.