Soy un hombre caliente. Tranquilos, que la Estaca de la que hablo hoy es la del Llach. Y cuando me pongo caliente tengo un problema: me olvido que estoy opinando en un medio y creo que escribo en un diario personal con un unicornio amarillo y un candadito. Las actuaciones azules me tienen calentito. Sí, sí, las otras también. He visto cosas que cuando las explicaron en la academia algunos jugaban al mus en Ávila y Mollet. ¿No saben que los móviles graban? Hoy rajaría y rajaría de políticos, mossos, «cenepés», infiltrados, etc. Pero mejor cambiar la BRIMO por la BROMA. Así que, aunque vaya caliente, escuchad lo que os digo: dejad de tirar piedras, quemar contenedores o insultar. Creo que la demostración de fuerza ya se ha hecho, quedó clara con la manifestación en el Prat. Ahora, inteligencia. El canal Bloomberg, dedicado a la bolsa, tiene un insólito aumento de audiencia y pronto en la Moncloa empezarán a llegar regalitos de presidente de consejos de administración que obligaran a Pedrito a no hacer como Rajoy.
El miércoles estuve en una carretera cortada por un grupo de jóvenes, en Manresa. La gente paró el motor, salió y conversó entre ellos. La señora María abrió el maletero con un «alijo» de croquetas en «tupperwares» de goma (de la 1, no de la 2) y las repartió. Hice amigos. Pese a la putada de estar parado en una carretera, no oí ningún grito ni un insulto. Media hora después, los manifestantes se fueron. En ese momento vi otro grupo detrás: era el PSOE, el PP, C’s, VOX, el Suprem, el Constitucional, l’Estatut, el Rajoy, el Zoido, Aznar, Cosidó, Fernàndez Díaz, De Alfonso i el «per què em demana la paraula senyor Carrizosa».