Buenos días, señores. Le diré una cosa al conseller de Interior. Bien clarita. Cuando un policía da un golpe de porra a un ciudadano en la cabeza está llevando a cabo una práctica censurada por las normas. Cogemos al señor que hace eso y le impedimos que lo vuelva a hacer. Punto. ¿Es tan difícil? Si yo, como periodista, publico que Miquel Buch se viste de mujer, con ligueros, y se arrea medio kilo de cocaína mientras ve Emmanuel Negra por la tele, estoy mintiendo. Entonces, el director del medio para el que trabajo no dirá que ha abierto una investigación, sino que me enviará a trabajar a un bar que se llama INEM donde hacen unas tapas buenísimas. Además, Buch me demandaría y un juez me haría pagar 10.000 euros en concepto de responsabilidad civil. Cuando un policía le abre la cabeza a un ciudadano con la porra. Cuando un jefe de operativo ordena hacer el «carrusel» con los furgones. Cuando una comitiva del miedo se para en una calle de Barcelona, donde no hay disturbios, y empieza a golpear a los ciudadanos, no hay investigación que valga. Las investigaciones son esa mierda que os habéis inventado para frenar cualquier acción disciplinaria. Fin de la primera parte. Ahora echarán el NO-DO e iremos al lavabo.
Estimado señor Buch. Querido señor Marlaska. La actuación para hacer frente a un ataque como el que sufristeis tenía que ser contundente. De acuerdo. Era una situación extrema. De acuerdo. No se había visto nunca. De acuerdo. Teníais que defender el aeropuerto y la Jefatura. Sí señor. Felicidades, pero todo eso lo tenéis que hacer desde la legalidad, tanto la BRIMO, como la UIP, el GRS o la BMW. Si los malos ven actitudes delictivas en las fuerzas de seguridad aplicarán aquello… ¿cómo se llamaba?. ¡Ah, sí! La proporcionalidad.