Después de diez años en el Times redactando la crónica negra, unos cuantos años más en el Actualitat Penal, y de escribir cinco libros tenebrosos, estoy harto de drama. Deseaba que alguien me fichase para hacer humor (no, no me refiero a la información política) y mi sueño estaba a punto de cumplirse. Me había llamado Xavier Abelló de TAC12 para ofrecerme una sección en el programa «Som-hi!». Me presenté a la cita con un pen drive lleno de escenas cómicas que realicé en el Terrat con Santi Millan, Corbacho, etc. Se lo enseñé y él dijo: «Me haría gracia que hablases de crímenes». En aquel momento le habría cambiado el nombre al programa y, en vez de «Som-hi!», le habría puesto «Ja hi som!». Pero, finalmente acepté que pudieseis ver mi careto cada lunes. Lo primero que descubrí al entrar es que dentro de aquella oficina de un edificio que ha tenido más amos que la Moncloa, había gente excelente. Las empresas no son las paredes, las cámaras, los cables y las antenas. Las empresas son la gente. En TV3 aprendí dos cosas: que podías mear al lado de Chiquito de la Calzada; y que te pasas el día cruzándote con gente que no conoces, y los que conoces, son tan famosos que no te quieren conocer a ti. Por eso, entrar en aquel estudio del «Som-hi!» y ver como Pazos, Roser o Murtró te saludan como si hubieses trabajado toda la vida con ellos, es un premio. TAC12 ya era mía como espectador, y ahora, cuando chupo cámara durante 12 minutos a la semana, también lo es desde dentro. Enhorabuena a todo el equipo, que se esfuerza tanto por esta pequeña-gran televisión. TAC12 ha cumplido 10 años con una festorra a la que no faltó nadie. Ni el presidente de Japón, que puso un catering a base de sushi.