Leo que Soraya-en-liquidación ahora asesora como abogada a inversores que reclaman por los recortes que hizo el PP cuando ella era vicepresidenta. O sea, que es como si me fichase Vox como asesor y, al día siguiente de llegar, demandase al Diari Més por un artículo que escribí yo mismo. Todo eso me ha hecho pensar en todos los cabritos que se forran cuando están arriba, continúan haciéndose de oro en un consejo de administración, cobran por dar charlas, y después se quedan con una jubilación como la del Julio Ylosabes. No me extrañaría que, ya muertos, mantuviesen una cuenta corriente abierta para ingresar del más allá. «¡Abuelooo», tómese la pastilla». Ahora vuelvo.
Los pobres tendríamos que tener también puertas giratorias. Pongamos por caso que yo fuese community manager de un bar de carretera. El propietario, muy de misa, se hace cura y cierra el Cuquiclub y, en vez de enviarme al paro, me hace administrador de Forocoches. Ya sabéis que de las tres cosas entiendo: de prostitución, de foros y de coches… No malpenséis, es porque he escrito dos libros de estos gemas y he estudiado Derecho Romano. Entonces, aparte del sueldo de los de Forocoches, también cobraría por dar conferencias sobre prostitución y coches. Por separado. Así, cuando me llegue la hora del adiós iré a Memora para que pongan publicidad en mi ataúd y contractaré un funeral con un coche de caballos con riendas amarillas. La comitiva recorrerá la Rambla evitando pasar por delante de Hacienda, que seguro que debo dinero, y dejaré una ranura para que la gente vaya haciendo ingresos en «La Caixa», la de muertos, por si tengo que pagar alguna multa si aparcan el ataud encima de la acera.