Nanooonaniiinanonanooo... Querida Elena Francis, me gustaría exponerle un hecho que me aflige desde hace unos días. No, no son las pérdidas de orina, eso lo tengo controlado. Resulta que cada Navidad, la Pili nos invita a l Conchi, la Trini, la Rosi y a mí a tomar un e con pastas en la plaza Corsini. Lo hacemos desde hace tanto tiempo que recuerdo que cuando empezamos, en vez del anfiteatro, allí estaba el cementerio de Tarraco. Así, mientras tomamos unos carquiñoles en al cafetería del Urbis, nos prometemos amor eterno para el resto de nuestra vida, que en nuestro caso quizás serán sólo unos meses.
Cuando se acerca diciembre, ya espero con ansia el correo eléctrico que nos hace legar la Pili. Y cuando veo un mail con el título «TPV» (Tiempo para vernos) -es una broma que hace ella, que le gustan mucho las abreviaturas ya me entra la misma alegría que cuando yacía con el pobre Pep. A veces -no se lo diga a nadie- la Pili nos regala vermut. Ya sé que es pecado, pero también lo es mentir y las tres nos pasamos el día diciendo que tenemos diez años menos. Pero este diciembre, querida Elena Francis, no he recibido el esperado correo. Sé por uno de los nietos de la Rosi que todas lo han recibido ya, menos yo. Y ara no sé qué hacer. Ya sé que somos amigas, pero, claro, si ha decidido que no vaya, será por algún motivo. Si la llamo la pondré en un compromiso. Quizás ha tenido algún recorte en la pensión. No es mucho dinero, pero la economía de las viudas no es como la del Florentino ese del que tanto hablan. Le ruego, querida Elena, que me aconseje qué hacer en esta triste situación. Reciba un abrazo y mi agradecimiento por leer esta carta. Nanooonaniiinanonanooo...