El viernes hicimos la comida de empresa del Diari Més. Una mesa con Jesucristo en el centro, los apóstoles más importantes a su lado -o sea, Jaume y yo- Judas Magrané al frente y los más infieles en las puntas. De ellos, perdón, de ellas, viene mi inspiración. Las mujeres de las comidas de empresa ya no hablan de loterías, turrones, o de que por Nochebuena van a casa de los suegros. Ahora se habla de sexo. Y eso comporta que un servidor, educado en el colegio Madre de Dios y todavía virgen, no tenga una conversación «fluida» en este campo. Antes, uno se casaba para tener hijos, una estabilidad emocional, tener contentos a los suegros, sentar la cabeza y, ya que estamos, para obtener la bulla papal para darle alegrías «al piso de abajo». Pues ahora las mujeres sustituyen estos trabajos subterráneos por un aparato que ha inventado una japonesa -una tal «Calmen» de Mailena- que se aburría y le costaba encontrar pareja. No, no es la «Maricón2», esa, con lo que gana ya debe tener los bajos bien «ordenados». Se trata de una mini aspiradora que dicen que te acaba el trabajo en un minuto, como un funcionario cuando tiene que salir a desayunar. Es triste que con 58 años tengas a la Marijose explicándote la diferencia entre el orgasmo clitoridiano y el orgasmo vaginal. ¡A mí, que no he visto uno en toda mi vida! Se ve que ahora será como pedir un descafeinado, tendrás que preguntarle en la cama: «Cariño, lo quieres de maquina o de sobre». En medio de la comida se oyó un grito: «El año que viene, nada de turrones, queremos que la empresa nos regale un Satisfayer. Jesucristo miró al suelo y cerró los ojos. No creo que Pitu tenga tiempo de encargarlo, pero espero que en la cesta de la Dow el jueves haya algún «pebrot».