He estado reflexionando y he llegado a la conclusión que me he encasillado demasiado, como Jordi Hurtado o el Rey. Tranquilos, peperos, que hablo del ajedrez: ¿Recordáis que es una figura que se mueve poco de la casilla? Creo que tengo que mirar más lejos y entrar en zonas inconfortables. Ya sabéis que no tengo ni idea de política, y por eso he pensado que podría ser útil para hablar de la gran política internacional, mucho más sencilla que la nuestra, ¡dónde va a parar! Eso no quiere decir que, además de Tarragona, también escriba de Reus o Riudoms, hablo del Pentágono, de las guerras, del Club Bilderberg o de si es correcto el catalán de la Rosalía.
Ayer por la noche cogí una muda y la metí en la mochila de los libros de la facultad. No sólo porque tengo dos exámenes, y voy cagado, sino porque ayer leí que Irán había atacado con misiles dos bases norteamericanas. Pensé que ya teníamos aquí la Tercera Guerra Mundial. Tanto sufrir por la independencia, y resulta que te caerá un pepino encima mientras miras «La Voz» que te quedarás sin poder hablar… y sin tener que pagar el IBI. Por cierto, que he leído que el hijo de Suárez será «coach» del programa «La Vozak» de ETB. Pues, hablando de guerras, me he acordado mucho de Gila y aquellos gags del enemigo. Resulta que el primer ministro iraní dice, después de lanzar 30 misiles tierra-tierra, que no quiere la guerra, que no le interesa. Y seguro que, si Gila viviese, diría que por qué no le envió un paquete con tapetes de ganchillo hechos por la abuela si no quería pelea. Ahora Abdelmahdi habla con el móvil mientras con la otra mano atornilla los pernos de la bomba atómica y se le oye decir: «No, Donald, hombre, no, ¡Cómo voy a querer una guerra! ¡Qué va!». Sí, os habéis dado cuenta, habla español.