Diari Més

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Leed en blanco y negro. Enero de 1970. Los niños «pacientes» esperamos que abran la puertecita de un colegio situado en los bajos de una calle de Jerez sacada de un libro del siglo XV. Vestimos para la ocasión: pantalones remendados, calcetines zurcidos con huevo de madera y zapatos con hambre. Don Fernando, el profesor, a quien todos conocen como el «Robaperas», grita des de la pizarra: «¡Están prohibidos bolígrafos y lápices. Pluma y tintero es nuestro lema. Nuestro libro, la Enciclopedia Álvarez». Hace seis meses que el hombre ha llegado a la Luna y un borrador de pizarra de madera vuela como un misil iraní hacia la cabeza de un niño que se ha atrevido a decir: «¡Vaya rollo!». Era yo. Chichón.

Ahora ya podéis leer en color. Enero de 2020. El amigo Joan Abentin, profesor de las Dominicas de Tarragona, me abre la puerta de una clase. La profesora, Laura, está enseñando inglés a unos pequeños que me miran sentados en el suelo. Busco el borrador de madera. Ya no existe. Tampoco la pizarra, porque es un panel electrónico. Me doy la vuelta y ¡Veo un sofà!. Me he sentido como el «Robaperas» mirando un aula de Finlandia. Escribo con un rotulador mágico en aquel panel: «I’m a journalist» y no he acabado de poner la «t» cuando oigo a la Juny, una niña de la clase, que grita: «Pone: soy periodista». La hija de Einstein me mira y dice: «usted es el de los artículos del Diari Més». En ese momento, ya he tomado dos decisiones: adoptar a la niña, y que cuando tenga un hijo lo llevaré a las Dominicas. Antes de marchar, en la puerta del cole, me saluda una religiosa «setentera». No sé si llamarle madre, germana o Sor Citroën, pero ella se avanza y comenta: «leo sus artículos». Se me ha complicado el día, ahora tengo que gestionar dos adopciones.

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