Grababa un programa de Crímenes con Miquel González en Tarragona Radio. Él se levantó y salió del estudio para coger unos papeles en la redacción y se quedó dentro del estudio, en el suelo, su perrita guía, la Milena, que me miraba fijamente. Entonces oí una voz «Eres un buen tío, pero muy pesado». Miré a izquierda y derecha, e incluso debajo de la mesa. Efectivamente, era la perra del Miquel la que me hablaba. Me quité las gafas y miré el café que había cogido de la máquina minutos antes. Seguro que estos me han echado algo en el vaso, burundanga o mandanga, pero no puede ser que esté hablando con un perro. Fuera, detrás del cristal, la Laura, la Tere y la Sílvia hablaban tranquilamente. O disimulaban muy bien o se estaban rompiendo la caja por dentro.
Ya que estábamos continué la conversación: «Oye, Milena, ¿quién te ha dicho que soy un pesado?» «Buf, buf! Lo dicen cada vez que vienes. También que llegas tarde. Por cierto, que hoy es mi cumpleaños. ¿No me piensas felicitar?». «Bueno, bueno, pues felicidades. ¿Cuántos cumples?» «Tengo casi tu edad, 56, bueno, tengo 8 pero ya sabes aquello de que los años de perro valen por 7». «Pues hala, feliz cumpleaños». En aquel momento ha entrado Miquel y me ha visto felicitar al can charlatán. Me ha mirado como si fuese un extraterrestre y me ha preguntado cómo sabía que era el cumple del animal. «Uf, sí que es tarde». Y he salido disparado de la radio para ir a clase y, al pasar por casa del Bertran, he oído a la Lila que sacaba la cabeza entre los barrotes del jardín y decía: «Ya te vale, no saludes, no!». Entonces, un señor que estaba en la terraza del bar se ha acercado a mi y muy bajito me ha dicho: «Oiga, ¿A usted también le hablando los perros?». Le he contestado: «Guau! Guau!»