Me han entrado ganas de volver a insultar a los que revisan los recursos de las multas, pero pobres, deben tener mucho trabajo mirando Barrio Sésamo para saber diferenciar un coche de una moto. Así que será mejor tirar de disco duro y explicaros alguna aventura de las mías. Subid al Delorean y viajad hacia un año en el que todavía era digno el Estatut de Catalunya. Creo que era el 2006. Martin Piñol, ahora gran escritor y persona, entonces guionista de un «late» de la Paramount Comedy que se titulaba «Noche sin tregua», me propuso ir al programa para que me entrevistase Dani Mateo. En aquel momento tenía dos opciones: ir a Madrid en avión y dormir en un hotel céntrico gratis o entrar en un bar de Hospitalet a tomar una tapa con coronavirus.
Esperaba que abriesen la puerta de embarque del Puente Aéreo cuando apareció un viejo compañero del Times, con apariencia de ganar más en cinco minutos que yo en 40 años de cotización. Me preguntó dónde iba: «Voy a un programa de televisión, a Madrid, que me hacen una entrevista porque he escrito un libro». Se metió la mano en el bolsillo de la americana y me dio una tarjeta con cara de pena. «Moi, tío, yo te ayudaré». Me quedé con cara de no entender nada. Una vez acabada mi estancia en la capital, me marché del hotel Siete Islas. Por si queréis ir, cerca de la Gran Vía, detrás de Telefónica. En la recepción coincidí con un antiguo becario que ahora es catedrático de universidad… y del Opus. Es un hombre culto y empezamos a hablar sobre Código Penal, Derecho Natural y Derecho Positivo… Salíamos por la puerta charlando, cuando la conversación se cortó de repente cuando el recepcionista salió a la puerta gritando: «¡Perdoneee!, la Paramount no paga los whiskys del minibar y el canal porno».