Ayer mi pareja fue al Mercadona y me mandó fotos de estanterías más vacías que los cerebros de un torero y un político que tienen el mismo apellido. A ver, que una señora que recuerda la postguerra y los maquis llene la nevera, el dormitorio y los pasillos de su piso de pilas de bandejitas de pollo por si el mundo se acaba, tiene una justificación. De hecho, no me extrañaría que después de ver el giro que está teniendo la política «nasioná» empezaran a esconder en el altillo de casa a sus tíos republicanos. Pero, hijos míos, que tenga miedo gente joven que no ha pasado nunca más de tres horas sin comer, eso ya no lo entiendo. Incluso me atrevería a decir que les iría bien hacer ayuno porque esas barrigas forjadas a base de burguers i kebabs son una batería que no se agota en un mes. De cualquier manera, ¿Creéis que las autoridades nos dejarían desamparados? ¿Acaso conocéis alguna situación en la que los políticos nos hayan abandonado? ¿Qué? Ah, el otoño de 2017? ¡No sé de qué me habla!
Ahora, que si hay un fenómeno que me flipa es el «mono» de papel higiénico que le ha cogido a la gente. No es que pase en un barrio de Reus o en Riudoms, es un fenómeno mundial. Vayas donde vayas puedes ver un tío salir del super más empapelado que Imanol Arias. También os digo que hay que tener poca imaginación. ¿No conocéis ningún remedio sustitutorio al limpia escapes? ¿Nacisteis ayer? ¿No añoráis aquel tacto áspero del papel «El Elefante»? Pues aquí va un consejo: id al kiosco y comprad La Razón, ABC, El Mundo y la revista AR. Esta última la reserváis para los invitados, que con el papel satinado quedaréis mejor que el falso del anuncio de la cena de picoteo.