Ahora hablo en serio ¡Eh! Ya sabéis que cada día cuelgo en mi muro de Facebook el enlace de este artículo. Os animo a pedirme amistad, pero os hago saber que no me podréis llevar la contraria en los comentarios. Lo digo porque últimamente estoy detectando que hay pocos «me gusta» y, os aviso, que si esto continúa así abriré una investigación para saber a quién no le hacen gracia mis mandamientos. ¡Ya está bien, hombre! Yo, que lo hago con toda la buena fe y todo el cariño del mundo, y vosotros me pagáis con crítica y desafecto. ¡Eso no puede ser! A partir de ahora me leeré todos vuestros mensajes en las redes para saber si entre vosotros habláis mal de mí. Si lo hacéis y no me ponéis aquel corazoncito de «me encanta», haré saber a vuestras mujeres lo que hacéis en Tinder y Badoo. Sí, sí, ahora disimulad, que habéis cortado con las calçotadas con eso del confinamiento, pero dais más vueltas por las aplicaciones de ligar que la Collares por las joyerías de Madrid. Así que ya sabéis, que a mí no se me puede criticar. Soy perfecto.
También he visto que corre por Tarragona un bulo que dice que estoy gordo. Vaya, que me he engordado. Os hago saber que no es verdad, porque he empezado a cuidarme. Sólo como fruta. En concreto, la última semana me he comido 30 kilos de naranjas. Así que desmiento que sea verdad que tengo sobrepeso. 115 kilos es lo que tiene que pesar un adulto de mi edad, lo que pasa es que las compañías aseguradoras, todas mandadas por sucios comunistas y populistas que cobran de Venezuela, utilizan unas tablas «irreales». Así que ya sabéis: estoy a régimen. Gracias a Dios.