Diari Més

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Siempre me he preguntado de qué sirven las grandes exclusivas. En 30 años de periodismo he dado unas cuantas, incluso algunas han dado la vuelta a España sin bicicleta. Otras me han llevado ante el juez. Y ahora una pregunta del CIS: «Cree usted que eso ha llevado a Moisés Peñalver a dirigir el Washington Post o La Vanguardia? No responda ahora, hágalo después de la publicidad… de Caritas.

En la situación en que vivimos estaría insultando cada día a los que gestionan las residencias de ancianos, ya sabéis por qué. Pero, he crecido y, aunque soy un quemado, la experiencia y las bofetadas que he recibido me hacen reflexionar. En 1995 di una exclusiva fuertecita. Una fuente secreta me reveló que se estaban investigando 18 homicidios, presuntos, en un geriátrico. Recuerdo a José María Arias, de la SER, felicitándome por la exclusiva a las puertas del juzgado de Reus. Un abrazo. El director del Times, al oír las sospechas de crimen múltiple tituló en portada, a tamaño del cartel de Hollywood: «Horros en el geriátrico». La cosa fue fuertecita. Se hicieron exhumaciones y vino el «Bones» español: Luis Frontela, el hombre que lo sabe todo de los cadáveres. Recuerdo que me dijo que se había encontrado alguna cosa en los cuerpos, pero que no estaba claro. El serial continuó durante años, hasta que, ¡Oh! ¡Misterio! Los propietarios pudieron demostrar que en su residencia acababan enfermos terminales que morían al cabo de poco tiempo por causas naturales. Ellos quedaron absueltos y demandaron a Frontela, que también quedó absuelto. Y yo, quedé absorto. En fin, que cuando oigo hablar de residencias intento estar un poco lejos, ahora, y cuando me haga viejo… también.

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