Sabía que llegaría el día en que la gente me empezaría a proponer temas para llenar este recuadrito. Es normal, ya escribo artículos diciendo que he resbalado -como la Ayuso- o que me ha salido un grano, como el PSC de Badalona. Me va bien, porque ya no hace falta que mire al techo hasta encontrar la inspiración, pero también me da miedo que se extienda la costumbre y acabe siendo como Ricomà, a quien todos le piden cosas. El artículo de hoy es una propuesta del amigo Magí Mejías, mosén de Els Pallaresos. Él también debe mirar al cielo para que le venga la inspiración divina, aunque esta vez se ha fijado más en las calles, los bares y el desconfinamiento según San Pedro, versículo 3, fase 1. Han abierto las tiendas, las terrazas y los bosques, pero no los lavabos públicos. ¿Habéis visto algún abuelo corriendo a una velocidad que ya no le tocaría? No, no está haciendo deporte buscando tener mejor salud, lo que busca es un sitio para cambiar el agua al canario. A San Simón se le ha olvidado que, aparte de la Santísima Trinidad de la Biblia, también está la de Hacendado, formada por terraza-cerveza-váter. Un día fui a urgencias porque notaba unalienen la barriga. El médico me preguntó la edad y, claro, le contesté que eso no se le preguntaba a una señorita. No era para calcular cuántos artículos me quedaban antes de que mosén Mejías rociase ginebra sobre mi ataúd, con una corona en la que se pudiese leer: «Tus amigos de Caixabank te echarán de menos». Lo que quería era decirme que ya tengo años como para que la próstata pese lo mismo que mi cerebro. A partir de aquel día vivo como Paco de Lucía: «Entre dos aguas». Por cierto, ¿En las iglesias hay WC público? Si el Señor es nuestro nuestro Pastor y nada nos faltará, seguro que ya pensó en eso.