Pronto el Congreso aprobará un año entero de estado de alarma. Se ve que a Ken le ha gustado eso de presentar el programa de «coaching» en La 2. Me parece que nuestras vacaciones de verano se parecerán mucho a las que hacían nuestros abuelos en 1942. No lo digo porque económicamente estaremos en la postguerra, que también, sino por el romanticismo de aquella peli con Oscar. Yo creo que este será un agosto sin turistas, sin suecas, pero con muchos Alfredo Landa. Pero lo que está claro es que el ligar se va a acabar, porque, claro, ¿Cómo vas a tener un intercambio carnal? ¿Tirando butifarras a la chica y ella costillas de cordero como si jugásemos a las palas?
Yo creo que Pellicer está buscando por los almacenes municipales dónde paran las vías del Carrilet para volverlas a poner en la carretera de Salou. En Tarragona, Pau recuperará aquel autobús que iba de María Cristina a las playas en los años cuarenta y en Valls intentarán arrancar aquel bus de madera que hacía la ruta por Bràfim y acababa en la plaza Poniente.
Ahora iremos a la playa con fiambreras con tortilla, coca de cebolla, el porrón y un mantel a cuadros rojos. Los más pudientes irán en coche, pero, tal como están los concesionarios, es probable que recuperen los Seat 850, Gordinis i Renault 4CV. Los políticos de derechas irán con un Dodge Dart y los de izquierda con un Skoda Popular. Aunque, ahora que lo pienso, Albiol sí que cabe en el coche de Carrero, pero para meter a Pinedo dentro del Skoda necesitaríamos que hiciesen «piña» toda la Colla Vella, ya sabéis que Hermán es un tio «largo». Así que, para ambientarme, he empezado a ver películas de Elisa Montes y José Luis Martín, ay, perdón, de José Luis López Vázquez. Spain is different.