He ido a comprar al Área y al pasar por la terraza delPetit Tàrraco he reconocido una figura espigada de cabellos despeinados… pero… ¡No podía ser! Me he acercado y me ha mirado poniéndose la botella de cerveza Turia en los labios con cara de «¿Y este imbécil quien es?». «Perdona, nos vimos una vez en Televisión Española. Fue en el programa de fin de año de 1987 que dirigía Pilar Miró». «¡Hombreee! Milián, siéntate».Era Aute. No le he querido desilusionar y tampoco me he atrevido a preguntarle si estaba vivo. ¿Qué mierda pregunta es esa? Me hubiese gustado llamar a alguien, pero estaba tan nervioso que no he podido. ¿Quién me habría creído? Con un poco de suerte quizás pasarían por allí el Boada o el Joan para certificar que era verdad. Le he preguntado a Aute cuanto tiempo se quedaría y me ha contestado que se iría Al Alba. El amo del bar lo ha mirado como diciendo: «No te lo crees ni tú». Entonces he pedido un plato de gambas y he oído una voz al fondo: «Peñalver, ese no es un plato para un tío de izquierdas como tú». ¡Coño! Era Julio Anguita. He cambiado el plato por unas albóndigas y me han tocado por la espalda. He puesto los ojos como unminional ver a Michael Robinson que me decía: «No pidas pelotas, hombre, que a ti no te gusta el futbol, pide mejor unfish and chips».
La conversación entre los cuatro era distendida e incluso alegre, porque no tenían que tener prudencia de nada. Comentaban sorprendidos que, aun y estar en edad de riesgo, no se fueron por el coronavirus. Pero les he hecho ver que tenían un factor común: todo el mundo les quería. Entonces ha venido el camarero con la cuenta y ha preguntado: «¿Quién paga?». Los tres se han desvanecido y le ha tocado pagar al más vivo de la mesa.