Los DNI de antaño hacían constar la profesión en la parte de detrás. ¿Lo recordáis? Así, cuando te identificaban sabían el nombre, la edad y si eras carpintero o artista. Pero, no contentos con eso, las autoridades querían saber el género del individuo, aunque el nombre fuese Manuel Antonio. Así, en los DNI de los años 60, que eran verdes, ponía en letras bien grandes «SEXO». Si ya cobráis jubilación y sois mujeres, recordareis que allí escribían un basto «hembra». Y después de hacer constar que se trataba de una mujer, el funcionario escribía un conciso S.L., que quería decir «sus labores». Se empezó a hacer después de que Franco prohibiese a las mujeres trabajar cuando se casaban. Lo prohibían a todas, menos a las que ocupaban los burdeles que frecuentaban subsecretarios, ministros y otros miembros del rebaño del águila.
Diría que quien diseñó este artículo decidió poner «periodista» bajo mi nombre, con toda la buena fe, pero creo que hubiese sido más acertado escribir «sus labores», porque, tal como está el patio, mi vida es jugar a la Wii, leer manuales de Derecho y cocinar. Dentro de mi ociosidad de estos días he pensado qué tendría que responder cuando el funcionario me preguntase por la profesión. Seguramente contestaría, «¿A qué hora del día?». Después de rehacerme de la caricia que me dedicaría (esta gente no está para bromas) le explicaría que por las mañanas escribo este artículo, por la noche voy al teatro a hacer de telonero y durante el día soy un pre-jubilado cabreado mirando «Aló Presidente». He querido mirar en la RAE para ver que definición hace de ese «Sus labores»: dedicación no remunerada de las labores del hogar. ¿Lo veis? ¡Somos todos!