El viernes estaba en la terraza del Sol Ric, aquí en Tarragona, pero mi mente estaba en una mesita del River Café, bajo el puente de Brooklyn, viendo como las luces de Manhattan se iban encendiendo delante de mí. Lo tenéis que comprender, dos meses encerrado en casa y, de golpe, te encuentras en un jardín con una botella de whisky… Entonces se acercó Luise Rainer, una actriz famosa por haber recibido un Oscar en 1936, cuando aquí los nacionales paseaban las banderas sobre los jeeps descapotables. ¿Qué? ¿No sabéis quien es esa actriz? Sí, hombre, aquella mujer que gritó «Volveeer a empessaar», que anunciaba que Garcia había ganado una estatuilla dorada como la que tiene Pau en su casa con la inscripción «Al mejor alcalde». No, no, la que gritó «Pedrooo» es otra: la Nadia Calviño.
Pues la señora Luise Rainer murió a los 104 años, pero ya sabéis que a mí en las terrazas me podéis encontrar con gente que está muerta, no siempre biológicamente. Sí, amigos, ahora el protagonista de aquella película no es Chanquete, sino un servidor, porque estoy volviendo a empezar la vida. He quitado las arañas de la moto, he tirado todos los sobres que había en mi buzón y me he duchado. He enviado cuatro o cinco mails diciendo si ya puedo enviar las facturas, y me han contestado con otra peli: «El gran silencio». Hace dos días que voy a la misma terraza, para pasar seis horas mirando al cielo como si fuese uno de Bildu mirando como pasa el Dragón Rapide (¿No entendéis el chiste? ¡Estudiad, hombre, estudiad!) Estoy a punto de llevar una tienda de campaña para quedarme a dormir en el Sol Ric, pero, como duermo con una máquina CPAP es complicado. Así, que, amigos, que sepáis que ya vuelvo a tragar. ¡A vuestra salud!