Diari Més

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Lo más cruel de esta reciente crisis sanitaria de la pandemia COVID-19, han sido nuestros mayores, en las 5.457 residencias españolas, el coronavirus ha dejado la escalofriante cifra de 19.415 victimas mortales del virus, datos estos de las Comunidades Autónomas, es decir, un 71,5 % del total de victimas notificadas por el Ministerio de Sanidad. Si nuestros mayores fueron los héroes de una generación que supero la miseria que les dejo una guerra civil, consiguiendo una clase media acomodada y recuperando las libertades propias de una democracia, ahora una vez más han sido lo castigados. Esperamos que se conozcan los hechos que han ocasionado esta lamentable situación, se exijan las responsabilidades que procedan y se busquen las soluciones para que todo ello nunca más se repita.

Si hasta ahora han sido nuestros mayores lo más afectados en esta pandemia, se acerca el tiempo de sus consecuencias, tanto en lo que afecta a políticas sociales, como a la delicada recuperación económica. En este futuro incierto que nos espera, no se le escapa a nadie que serán nuestros jóvenes los más castigados, como así se desprende de un informe de la Organización Mundial de Trabajo (OIT), sin olvidarnos de las mujeres.

Cuando no hemos llegado a consolidar todavía, la estabilidad en la calidad de empleo juvenil, motivada por la crisis económica del 2008 fruto de una situación política, ahora retrocedemos por una más feroz crisis ocasionada por el COVID-19, siendo la misma victima, la mas castigada, es decir los mas jóvenes. Cerca del 53% de la destrucción de empleo ha afectado una vez mas a menores de 35 años. Una generación que cuando no acaba de ver la luz de una crisis, se sumerge en otra más oscura y tenebrosa todavía si cabe, quedando atrás proyectos profesionales y en consecuencia ingresos, no mileuristas, que puedan ocasionar inversiones en lo personal y cuando no, unos ahorros, es decir, en independizarse para realizarse personalmente y no continuar viviendo bajo el paraguas económico de los padres.

Sin duda alguna, son necesarias medidas urgentes que vengan a paliar a corto plazo, la situación tan delicada y frágil que económicamente la pandemia ha dejado entre los jóvenes, con una situación que tiende a prolongarse durante décadas, sino se planifican medidas a largo plazo y no nos contentamos simplemente en las subvenciones o ingresos de subsistencia. No haríamos justicia si no reconociéramos en los jóvenes, ese convencimiento de superación, han sido consciente que una buena formación profesional les ocasionaría un trabajo de calidad y unos ingresos adecuados, poniéndose con firmeza en ello, pero los reveses de las crisis económicas les han mellado en ellos frustración, impotencia y rabia, todo ello poniendo entre las cuerdas a toda una generación. Si a todo ello, las rentas que parece ser están mas garantizadas e incluso pudiendo ganar poder adquisitivo, me refiero a las pensiones, se ven afectadas, las ayudas que hoy reciben algunos jóvenes de sus mayores, con motivo de la crisis del 2008 podrían verse mermadas o cuanto no extinguidas, sin sumar aquellas procedentes de la crisis actual del COVID-19, si no se aciertan con premura las políticas de empleo juvenil mas acertadas.

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