Imaginad que yo, periodista, decido inventarme una noticia. Por ejemplo: «Buch contrae el coronavirus y dimite de Interior». Se publica, y la Generalitat me presenta una demanda. ¿Qué tiene que hacer mi jefe? ¿Defender mi actuación? ¿Qué tendría que hacer el sindicado y el Col·legi de Periodistes? ¿Está claro, no?
Cuando una fuerza policial tiene que actuar ante una orden judicial lo ha de hacer cumpliendo una serie de normas. Y si no es factible lo que ha pedido el juez, tiene que llamar y decir: «señoría, lo que usted ha pedido es inviable». Recordáis cuando 40.000 personas ocuparon el aeropuerto del Prat? Pero el señor Arasa -jefe de los Arro- decidió empezar a dar golpes con la razón del uniforme y un arma. ¡Oh! Es que si no, ¿cómo echas aquella gente de allí? La Metropolitan Police de Londres sabe hacerlo. Si es una actuación difícil y no sabes, ves de Erasmus al extranjero. No, Turquía y Estados Unidos no nos serviría.
Tener policías pasando continuamente por los juzgados por atestados, no de delincuentes, sino de ciudadanos, no es una buena imagen para el cuerpo y da la impresión de que algo no funciona en el cuerpo. Después, aparece un jefe policial hablando de la situación profesional en que se queda el condenado, pero no dice nada de la situación en que queda alguien sin un ojo o con un traumatismo. No defendáis lo que es indefendible. De los nueve años de instrucción y del «otro caso» ya no digo nada. Ahora, me gustaría que Sallent fuese a los archivos de denuncias: Primavera del 2017, Vic. Delante de un concesionario de coches, los ARRO embisten un vehículo donde van dos hombres. Dos agentes bajan y detienen a los ocupantes. El juez me pregunta como testigo, y defiendo sin duda la actuación de los ARRO de Mossos. Preguntad a vuestro abogado. Buch, tío, vuelve al campo, que allí se vive muy bien.