Si alguien ve en este artículo un escritor desagradecido y asqueroso, se equivoca, porque no soy un escritor. La segunda parte es correcta. Ya sabéis que corre por el mundo un libro titulado «Los 155 Mandamientos», escrito por un auténtico genio. Es un recopilatorio de estos artículos que hice con la intención de ganar mucho dinero, comprarle al ayuntamiento el complejo de Tabacalera, construirme un loft de 5.000 metros cuadrados y hacerme una reproducción de la playa del Milagro, con bunker de hormigón incluido, para cuando vuelva la pandemia.
Bien, con relación al libro, lo pensé todo… como se distribuiría, donde se presentaría, el precio, la portada que tenía que tener, los agradecimientos, el prólogo… pero no había previsto un tema: que la mayoría de compradores serían amigos míos. Y vosotros diréis: «¡Qué bonito, qué solidaridad!». ¡Y una mierda! Sí, sí, todo muy bonito, pero ahora tengo que coger la agenda e ir uno por uno a tomar un café y dedicarles el libro. Sólo diré un dato: tengo 1.100 amigs en Facebook. Así que desde hoy hasta el último día de mi vida tendré que ir casa por casa escribiendo dedicatorias con una sonrisa. Sí, Tomás, Cristina, Rosita, Pepita, Carme, María, Joan, Carles… lo tengo presente. Ahora ya sé porqué Cervantes fingió ser manco y se dejó capturar por los turcos… ¡Para no firmar libros! Y por eso tiran pintura en sus estatuas: ¡Porque no quería firmar libros! Ahora, todos los lectores de estos artículos que siempre han tenido ganas de verme para criticarme o felicitarme, ahora sólo hace falta que compren mi libro y me escriban diciendo: «Moi, dedícame el libro», y yo tendré que coger la moto como un repartidor de Glovo. ¿Cómo? ¿Qué se ha notado mucho la publicidad encubierta?