Así como los reyes habitualmente tienen descendencia, yo no tengo. Mi palacio del Barón de las IV Torres es pequeño como un confesionario y no cabe ni un niño, ni tampoco tenemos cura residente, pero buena falta haría para confesarme de las blasfemias y los insultos que lanzo mientras miro los informativos suizos y la prensa inglesa. Yo creo que el Diluvio Universal se creó para que los personajes bíblicos se pudiesen lavar de todo lo que les envié des de el «cielo».
Al no tener hijos, los billetes de Moisés II no se imprimirán nunca, pero monedas de Peñalver Emérito sí que hay. Ahora os he dejado más parados que la pandemia, ¿Eh? Os lo explico: de pequeño ponía monedas en la vía del tren, la cara de Franco quedaba borrada, y yo pintaba con un Carioca mi cara. En la otra cara escribía la cantidad que me parecía, una peseta, dos o veinticinco, según me salía de la imaginación. Por tanto, como pseudo-monarca ya estoy autorizado a ofrecer mi «asesoramiento» a la Administración. Propongo a Pau Ricomà que construya un tranvía que recorra toda la Rambla, desde Joan XXIII hasta el Balcón del Mediterráneo. Pero, tengo una duda: ¿Cómo se tendría que hacer el desvío? No, no quiero decir si el trenecito tiene que subir por Marqués de Montoliu, me refiero a otro tipo de «desvío». No sabría qué cantidad meterme en el bolsillo. Había pensado en un millón de euros, pero con eso no podría comprar ni un chalet en la Vía Augusta. Mejor pediré un 3%... ahora no sé de qué me suena eso. Este sobresueldo me iría bien, porque me he quedado en estado de alarma cuando he visto el saldo de mi cuenta corriente. Creo que cogeré unas monedas y unos rotuladores y bajaré a la estación.