Últimamente, con este show político de todos los colores que estamos viviendo he descubierto que tengo una malformación cerebral digna de ser investigada por el departamento de asuntos internos del Colegio de Periodistas. Resulta que estoy tan saturado de discursos vacíos y de política de guerra, que ahora cuando veo a uno de Ellos haciendo declaraciones, lo que oigo es a Ella Fitzgerald cantando a su estilo: «Brepte, ti, da, va duri, va dopi, diu, dui, dui, da, da, ui dobibi»... así todo el rato. Eso, amigos incultos, es un estilo que creó el artista y que se llamó scat, una palabra que no tiene traducción, que la he creado yo: «politibalbuceo».
Pues resulta que cuando oigo el sumario del Telediario y, por ejemplo, sale José Zaragoza, mi cerebro empieza a oír trompetas y vuelve el «bup, ti, da, va, duri, duri...». Total, que al final me he decidido a ir a un especialista. He dudado entre hablar con los de Rambla Music -expertos en jazz- o ir a ver a mi psicólogo. No sé si ellos sabrán por qué en vez de que se te presente en casa la Virgen, como al ex ministro Fernández, te viene una cantante de jazz con gafas gruesas. La última vez que entró un artista en mi casa fue un paleta que venía a instalar un ventilador y que dijo que bajaba a buscar un martillo a la furgoneta… hace seis años y no ha vuelto. Lacan, mi psicólogo, lo primero que me ha preguntado es a quien votaré. Le he dicho que tal como está el panorama, dudo entre cuál de los tres teletubbies elegir. Ha sacado un destornillador y me ha dicho: «Estírese en el diván y relájese». Me ha tocado algo por dentro de la oreja y ahora, cuando miro las noticias, oigo a El Fary cantando aquello de «Ay, Toritooo bravooo». ¿Mejor, no?