Me da pereza cocinar. Así que cuando veo fotos de comida por el Faceboo, en vez de pensar que debe estar buenísimo, lo que pienso es «¡Qué pereza». Yo soy más como Ana Belén, que siento pasión turca por los kebabs. Pero no soy el único que come un rollito con cosas dentro, en el sentido que la palabra «cosa» que utilizaban los romanos. ¿No lo entendéis? Pues estudiad Derecho Romano como un servidor, que de alguna cosa me tiene que servir los 1509 euros que costaba la matrícula. Alguna vez, cansado de esperar en la cola del kebab, me he marchado y he cogido el coche para ir a una de estas hamburgueserías que te sirven al estilo antiguo: por ventanilla. He llegado al Burger King con el coche, he bajado el cristal y una señorita con un micro en la boca me ha preguntado con una voz que reconocería siempre, porque trabajé con Toni Albà. «¿Qué desean vuesas mercedes?». Le he mirado la cara y he visto una peluca mal peinada y unos ojos con el rimen corrido. «¿Don Juan Carlos?». Se ha puesto un dedo en la boca «shhhhhh». Home, me habían dicho que era muy campechano y sencillo, pero, tanto como para trabajar en un burguer… «Me oculto porque todos me persiguen para destruir mi prestigio». Entonces he oído un grito: «¡Juanito! ¿Por qué no te callas?». Osti, tu, ¡Era la Sofía!
He empezado a oír el claxon de los coches que iban detrás de mí, pero no siempre te encuentras un tío que salía en las pesetas para decirle que quieres un «Whopper con queso y una cola light». Le quería preguntar por Corinna, Arabia y el 23F, pero ha llegado un policía con mi hamburguesa y me ha dicho muy educadamente: «¡Lárgate, payaso!». Eso sí, he cenado como un rey.