Sabido es el malicioso dicho popular que dice que los reyes trabajan menos que el sastre de Tarzán, pero ayer no pude evitar reír cuando leí en la prensa que el emérito tenía una máquina de contar billetes. Las he visto en las intervenciones policiales de registros a mafiosos, donde las utilizan para contabilizar el dinero que se obtiene con el sudor de la frente… popular. Estoy enamorado de esta tecnología, pero especialmente de los papelitos que cuenta. Me he imaginado al campechano metiendo los billetes con su cara en la máquina. ¡Mira! Me ha dado una idea, porque a menudo me preguntan cuántos Mandamientos he escrito desde que empecé. No los tengo recortados, pero si lo hubiese hecho, los introduciría en la máquina y la tecnología se encargaría del resto. Tendría la sensación de ser un rey, porque también llevan mi foto y, como él, soy más manta que un coala.
Ahora que hablo de animales, ¿Habéis visto que ayer todo el mundo hablaba de Pegasus, aquel caballo que volaba? Me ha recordado aquellos camiones de los años sesenta que llevaban la figura alada y que los fabricaba el régimen. Enseguida me he planteado si el Pegasus de Torrent era una bendición del régimen, porque la cosa llega de Israel, que, como todo el mundo sabe, es la tierra prometida. Ellos, siempre valientes, se han apresurado a decir que no, que ellos no han espiado a nadie, mientras un extrabajador de la compañía escribía en un portal (no, de Belén no, de Internet) que los «valientes» son como un soltero desesperado, «clientes de la casa» des de 2015. Ya lo sé, si no has sido nunca un soltero desesperado, no entenderás este chiste. Mejor que calle, no sea que tenga que utilizar la maquinita para que me cuente las demandas.