Qué bien que vivíamos con Franco que no nos teníamos que quejar de si el rey, que los fachas, que si la cabra de la legión extranjera… Yo, ¿Qué queréis que os diga? Encuentro a faltar la paga extra del 18 de julio y aquella tranquilidad de saber que si había alguien malo, lo fusilaban. Eran tiempos de gente que te quería ayudar. Si necesitabas un consejo, ellos te hacían uno de guerra y tan contentos. Y teníamos a la Elena Francis ¿Qué más queréis? Una mujer con experiencia que aconsejaba a las señoras que si su marido les pegaba, lo que tenían que hacer era cocinar mejor. Oooh, como añoro el Coñac La Parra, el Pepe Darrosa, el caballo blanco del 103, el Locomotoro, la Valentina y el capitán Pérez de los Cobos. Creo recordar que llegué a cobrar una vez aquella paga del 18 de julio. Era un día feliz, trabajaba en el barrio Fortuny de Reus y me iba al Quick discos y cintas de la calle Llovera a comprar un «Long Play» de marchas militares y otro de Camilo Sesto. En el fondo, la música no tiene la culpa que la conviertan en un símbolo político. Hay músicas de bandas militares que son bonitas, mirad si no el Bolero de Ravel y la Bola del Pujol, grandes «composiciones». Aaah, qué tiempos de teles en blanco y negro, con aquella Carmen Sevilla, Gila y sus hojas de afeitar Filomatic. Pero a mi me apasionaba Antonio Garisa, que anunciaba la marca Fagor, con grandes creativos que parían eslóganes fantásticos como «¿Qué dices, que te fagorices?». El glorioso Alzamiento Nacional fue una fiesta bonita, con muchos fuegos artificiales. ¿Y Franco? ¡Qué gran tío! ¿Habéis oído alguna vez que tuviese dinero en Suiza? ¿Qué cobrase comisiones? ¿Qué tuviese una amante? No hay más preguntas, señoría.