Tengo una edad complicada. La definiría como cuando le dices a la de la tienda: ponme cincuenta años bien serviditos, y la báscula marca 59,5 gramos. El mismo «peso» que tenían unos cuantos amigos míos que ya han tirado la cuchara. Algo debe pasar entre los 50 y los 60, y no es la aparición del Biscúter. Yo ya creo que empiezo a tirar para atrás, debe ser aquello que dicen de que los abuelos nos parecemos cada vez más a un niño emérito. Ahora parezco un adolescente de 15 años porque hay muchas cosas que no entiendo: la Administración está colapsada, la Seguridad Social, el SEPE, el Sepu y la Tesorería de los tesoros. No contestan a los teléfonos, no dan cita, te dejan tirado como un perro, nada funciona… pero, ¡aaah misterios de la Virgen de los Agarraos! Para pagar funciona todo. Llamad a Francisco. ¡Milagrooo!
También tengo un amigo que todo el día está dando la lata con la Iglesia, que si se han quedado «por el morro» con propiedades, que si es la casa de los pobres y están forrados, bla, bla, bla. Después llega San Juan o San Caralampio y es el primero que se apunta a felicitarte el santo y a disfrutar de las fiestas, que no son del verano, ni de la pesca… son de San Pedro. Si tan agnóstico eres, ¡felicita a la gente cuando se divorcie y no te cagues tanto en quien no existe! Otra cosa que no entiendo también tiene nombre religioso: la Maria. A ver, resulta que en la naturaleza crece una planta que si la fumas te hace reír. No la ha creado nadie más que ese Dios que critica mi amigo. Si eliminamos todas las plantaciones de marihuana, creo que en Cataluña sólo quedaría el parque de la Ciutadella. Quitemos los cuchillos del mercado, el Balcón del Mediterráneo y a Abascal. ¡Todo es peligroso!