Me ha hecho una gran ilusión que el Sanchis desvele en la entrevista a Puigdemont como acaba su libro, porque, claro, después de darle un beso de 20,80 euros a la Visa y cargar con un kilo de «procés» por toda Tarragona, estaba deseando que un señor me leyese por la tele la última página.
Ya sé que me visualizareis como un apasionado convergente que tiene en la mesilla de noche una Biblia escrita por la Ferrusola. Por cierto, coincidí con ella en un tanatorio y fue muy amable. Me sorprendió que no llevase escolta, aunque también sería mala suerte que te matasen en un funeral. Abuelooo, vuelva!
Pues tampoco me ha gustado que el director de tele3 hiciese una pregunta que yo, como periodista, no hubiese hecho así. Concretamente fue un: «¿Por qué lo hicisteis tal mal?». Ya me conocéis, enseguida he pensado: «¿Y tú, quien cojones eres para calificar nada?». Ahora mil personas acaban de gritar: «es que lo planificaron mal». Y yo, que soy de los del «aguántame el cubata», os pongo un ejemplo para que me entendáis. Imaginad que habéis planeado un viaje en coche a París, habéis reservado el hotel, llenado el depósito de gasolina, lleváis la mantita y mil pelis en la Tablet para que los niños no toquen lo que no suena. Cuando salís de casa hay cuatro delincuentes que os dan una paliza y os queman el coche. ¿Estaba mal planeado el viaje? Pensad un poco y contestadme después de la publicidad. Yo, personalmente, soy positivo y creo que todo aquello fue el inicio -caótico, sí- de lo que veremos de aquí a pocos años. Por cierto, soy burro, he escrito un libro delgadito (los 155 Manaments) pero el próximo Sant Jordi apareceré por la Rambla con un ladrillo de 3 kilos a 30 euros. Palabrita del Niño Jesús.