Me hacía gracia ver el pleno del Parlament que ponía verde al monarca y contacté con el Pep de prensa para ser testigo de un momento tan… tan… Va, que haremos un concurso: A) Solemne B) Simbólico C) Inútil D) Divertido. Hala, cada uno que coja su versión. No hay comodín del público porque a la fiesta de la mascarilla del Parlament solo van cuatro, y mal avenidos. A quien acierte le daremos de premio una foto de Felipe con Pujol, y si no le gusta, ningún problema, por la parte de atrás tiene la imagen de Alfonso Guerra con San José, aquel carpintero bíblico que cepillaba muy bien, pero que no controlaba el tema de echar a las palomas de las ventanas.
Una vez acabada la votación, que la cosa ya estaba hecha, he metido el portátil en el maletín y me puesto a jugar al Candy Crash mientras oía a Carrizosa. Iba ya hacia la puerta de la parte de arriba del hemiciclo cuando he oído una música y he visto salir a unos señores vestidos de bailarinas de cancán. En aquel momento he sospechado que la cerveza que he tomado en el Passeig de Pujades llevaba alguna droga dura. He preguntado al ujier quienes eran aquellos señores vestidos con medias y ligas. «Son los letrados del Parlament», ha dicho el tío sin inmutarse. «Oiga, ¿Pero eso es normal aquí?». «Sólo cuando se tratan temas peligrosos, entonces se envía un informe al Tribunal Constitucional y allí se ríen». Pero, cuando he caído de culo es cuando ha aparecido Marisol cantando «La vida es una tómbola», mientras Torra y Torrent aplaudían y los letrados bailaban. He mirado de nuevo al portero de la discoteca con los ojos salidos: «Sí, sí, le llamamos el momento tómbola, es cuando hacen una DUI»