Se fue Mariano, un hombre que cuando no humillaba catalanes era un humorista de cojones, y cuando los humillaba, también era de cojones. Se nos fue Tardà, un hombre querido por todos, más antes que ahora. Era un diputado que, hiciese lo que hiciese, a todos les resultaba divertido. Fue mi vecino en Cornellà. Un dato que no tiene interés, pero así voy llenando el artículo de letras. Creo que en el Congreso hay dos momentos inmensos: José Antonio Labordeta diciendo que se vayan a la mierda los de la derecha antes de coger la mochila para acabar con todos los quesos de La Alcarria y La Alpujarra. Que Dios le tenga… iba a decir en la Gloria, pero he pensado que a él le gustaría más estar en la despensa. La peor pérdida del hemiciclo. Y el otro momento mítico es cuando una persona tan pequeña como Gutiérrez Mellado aguantó estoico los disparos de los de Tejero. ¡Osti, tú! ¡Qué tío! ¡Qué valor! Pedro, dile que le bajas la pensión… y después escóndete en las Islas Fiji.
Ahora juguemos en casa. Un hombre de Tarragona, Alejandro Fernández, demostró que las leyes entran mejor con música y no dudó en cantar en el Parlament, con un par… Después otros han desafinado bastante allí, pero ya sin música. Y dejo para el final a la Cayetana Álvarez de Toledo, a quien ya hace años le puse un mote: Olivia, la mujer que estaba «casada» con Popeye. Yo creo que el show parlamentario pierde mucho con su destitución. Ahora, el PP tendría que fichar a Miguel Bosé para compensar, por ejemplo, estaría bien que llevase el tema del Coronavirus.