Caminaba por el Strip de Las Vegas cuando me ha parecido ver una tienda conocida. Era un Pawn Shop, una casa de pignoraciones. No, no es eso que pensáis… es un lugar donde puedes empeñar cosas. Por ejemplo, si te hiciste socio del Barça y ahora ya no utilizarás el abono, te darán 25 céntimos de dólar. No os riais, periquitos, que para dejar el carnet de Cornellá te harán pagar. ¿Ya está? ¿Ya he ofendido a toda Cataluña? Continuamos…
Entré en la tienda de Rick y leí un cartelito en la entrada «Help Wanted», lo que vendría a ser que necesitaban un empleado. Me gustaba la ciudad, llena de «cultura» de mi nivel y decidí quedarme a trabajar allí. Me contrataron enseguida porque, al ser pobre, soy el rey del Wallapop. El primer día entró una chica rubia que hablaba castellano. Era Cayetana, la del PP, que llevaba una colección de discos que quería vender porque se ve que iba floja de parné. Había acabado en los EEUU después de que la echaran fuera de Toledo. Miré los discos, había uno del grupo Potato que se titulaba «Dedícate a otra cosa», un LP de Siniestro Total, un single de Golpes Bajos… Se ha arrepentido de empeñar un último disco, era un tango del Gardel que se titulaba «Volver». No había pasado ni una hora cuando apareció Albert Ribera, se ve que Malú tenía un concierto en el Planet Hollywood y había aprovechado para hacer turismo. Llevaba una peli de esas verdes titulada «Naranja amarga», de la actriz erótica francesa Emmanuelle Valls. Afuera, en el coche, vi que esperaba Girauta. Le pedí a Albert que le dijese que entrase, que quizás le podría vender alguna guitarra. «No hace falta, ha dejado la música, ahora ya no toca nada».