Casado se ha enfadado con Pablo Iglesias, que está enfadado con el rey, que está enfadado con Pedro Sánchez, que está enfadado con Torra, que está enfadado con el Tribunal Supremo, donde el fiscal Navajas está enfadado con la fiscal Madrigal, que está enfadada con los presos catalanes, que están enfadados con Marchena. Lesmes está enfadado con la Generalitat, que está enfadada con el Consejo General del Poder Judicial, que está enfadado con el presidente del Tribunal Constitucional por no venir al acto donde tenía que asistir Felipe VI, que está enfadado con Alberto Garzón, a quien no traga la Ayuso, que no puede ver a Puigdemont, que no ama a Bonvehí, a quien no le cae bien Cayetana, que odia a Casado, que no tiene buena relación con Carrizosa, que no traga a la Lorena Roldán, que no puede ver a Iceta, que no es amigo de Torrent, que no le cae bien Alejandro Fernández, que no ve con buenos ojos a Aragonés, que critica a Juan Carlos I, que odia a Rajoy, que lo obligó a vivir con Salmán bin Abdulaziz, que odiaba a Yamal Jashogyi, que acabó hecho una hamburguesa por odiar al régimen saudita, que tampoco gusta a Jon Iñarritu, que critica al ministro Marlaska por no investigar las torturas, un argumento que odian los de extrema derecha, que critican a los abertzales que odian al régimen del 78, donde odiaban a los que defendían la autodeterminación que gustaba menos al PNV que Pesarrodona y su nariz de payaso a la Guardia Civil, que no traga a la CUP, que critica el PSC que está enfadado con la ANC de Paluzie, que critica al Govern y a Antena 3, que odia a los independentistas. Somos un país, moderno, europeo, ejemplo de democracia y, sobretodo, de convivencia pacífica.