Estaba tomando un café y he hecho un estucado negro precioso en la pantalla del ordenador cuando Pablo Casado ha dicho que habíamos votado al rey. Enseguida he llamado a mi profesor de Ciencias Políticas para insultarlo y pedirle que me devuelva el importe de la matrícula. Ahora resulta que hemos votado a Juan Carlos I de Arabia y a Felipe VI de Madriz. Y lo dice alguien más preparao que el preparao. (Shhhh, no se lo digáis a nadie, pero se ve que Pablete tiene un master). La cosa ha provocado un terremoto en el mundo de la distribución editorial. Aquel «¡Paren la rotativa!», que tanto había dicho en mi época del Times en los 90, ahora es un «¡Localizad las furgonetas!». No, no estoy hablando de los Mossos, el Imán de Ripoll y Alcanar, sino de los vehículos de las distribuidoras de libros de texto. No puede ser que lleguen a las escuelas lecciones escritas que digan que Franco puso el país en manos del emérito por el morro, cuando todo el mundo sabe que fuimos a votar si queríamos monarquía o república. En las papeletas, lo recuerdo perfectamente, había dos fotos para los que no sabían leer -en 1975 había mucho analfabeto-. A un lado, había una foto de Corinna encima de un SI muy grande y, en el otro, una foto de Azaña con un NO al lado.
¿Qué? ¿Qué no os lo creéis? Os hago una pregunta y a ver quien es el guapo que me contradice. ¿Algún lector ha votado en un referéndum organizado por Franco? Usted, sí, sí, el octogenario que ha movido la cabeza mientras leía el artículo. Efectivamente, eso pasó en diciembre de 1966 cuando se votaba la Ley Orgánica del Estado, lo recuerdo perfectamente. Era una especie de ensaño de lo que 12 años después sería la Constitución, que supongo que Casado dirá que no se votó nunca.