Dirijo un medio dedicado a los sucesos, y cuando gestionas un digital ves cosas que vosotros no creeríais. No, no me refiero a que vuelve Puigdemont… que también estaría bien, sino a ver cómo reaccionan los lectores. Cuando escribo esto hace un día que el hombre más importante del mundo está ingresado en un hospital. No, no es Villarejo, sino Trump, que ha cogido el coronavirus aquel al que tan poca importancia le daba hace unas semanas. Le ha pasado como al emperador Justiniano I, que después de ver como murieron millones de personas, se contagió y pudo curarse sin tanto rollo de aspirina, ni Redemsivir. Pues resulta que se han interesado cuatro gatos por la noticia del presidente de los Estados Unidos. Pensaba que, como mínimo, los que le odian estarían con el Rosario en la mano delante del ordenador esperando que el pelirrojo cerrase sesión. Resumen: a la gente le importa un pimiento lo que le pase a Trump. Lo que sí ha levantado una polvareda ha sido lo que ha sufrido Josep Maria Mainat. Ya sabéis que su mujer ha sido detenida por intentar asesinarlo. He contado con los dedos los años que les separaban y después he repasado mentalmente los que le llevo a mi querida compañera, que también son un buen puñado de abriles. Entonces me he acordado que hace unas semanas que remueve el tema del testamento, de que nos casemos… uy, uy, uy. Ahora, cada vez que llega un plato a la mesa lo olismeo como si fuese Rin Tin Tin y empiezo a sospechar de cada cosa que dice: «Cariño, he comprado Coca-cola de marca blanca, que la original es muy cara…». Ya está, ¡Me quiere envenenar! Si de aquí a unos días veis que aquí publican un artículo el Arias o el Allué, recordad que os quería.