Antes, uno ponía la tele para ver «Las Chicas de Oro» o «Verano Azul». Ahora, entrar a Netflix es como entrar en la biblioteca de la Jefatura Superior. Tenemos la serie «Patria», que un servidor no verá por motivos que me reservo. Es un tema profundo: no tengo HBO. Después, encuentras «La Línea Invisible», donde pasas horas viendo como unos matan a los otros. La verdad es que ver intérpretes jovencitos haciendo un papel tan crudo, me choca, y si un actor que me gusta hace de torturador, quizás es infantil, pero ya no lo veo igual si después hace un papel de tranquilo guardia urbano de la Segarra. Ahora, para colmo, estrenan «Antidisturbios». ¡Halaaa! Venga policías violentos que se drogan… en la ficción ¡Eh! ¿Qué queréis que os diga? Me cansa tener que comparar la realidad y la ficción, porque ya sabéis que no sirvo para nada, pero tengo una cartulina que pone «criminalista», aunque el cromo de periodista no me salió nunca en los Tigretones.
Los últimos días he recordado series de cuando era joven. Por ejemplo, he entrado en el Paseo Arqueológico y me han recibido unos cuantos gatitos muy educados ellos. Me ha recordado «Don Gato» pasando revista: «Cucho, Demóstenes, Panza, Espanto y Benito». En la serie de los gatitos también estaba el oficial Matute, que siempre va detrás del gato estafador y que a mi me recuerda a Villarejo, que también podría ser «Superagente 86». Iglesias podría protagonizar «Sí, Ministro», donde quien tiene la cartera de Asuntos Administrativos no puede aprobar leyes porque los funcionarios se oponen. He pensado que escribiré una serie que se titulará «1-O». Os explico de que va: serían unos políticos de un país que animaron al pueblo para que defendiesen las urnas de un referéndum y después… No, no haré spoiler.