Mi abuela, Josefa Núñez Copero me dijo que este último apellido provenía de los coperos del Rey. Se ve que al ser de Jerez, mis antepasados eran los encargados de gestionar el tema del vino de la Zarzuela. Yo he heredado esta habilidad, la de beber vino, la de la gestión no la llevo tan bien. Pero igual que Albert Solà -presunto hijo del emérito- yo también puedo tener sangre noble. De hecho, mi mujer ya me lo dice: «No tienes un duro, pero bien que te gustan los buenos restaurantes, eres un pijopobre». Yo le contesto que la elegancia y la clase van por dentro. «Claro, debe ser por eso que la barriga te ha crecido tanto, está llena de clase y elegancia». Bajo la voz porque es un tema delicado. Se ve que detrás del pseudoborbón de La Bisbal d’Empordà hay una historia de espías de las que me gustan. Pues los del CNI, que se dedican a todo menos a lo que tendrían que dedicarse, promovieron una prueba de ADN para saber si el camarero, vecino de la comara del Dalí, era hijo del Juanca. ¡Shhh! Se ve que sí. Si eso se oficializase, cambiaríamos al «preparao», por un camarero que también estaría preparao… pero para ser jefe de Estado. Entonces abriría un bar en la Zarzuela que se llamaría «Tramuntana» y ofrecería cocteles variados. Me ha llamado y dice que como soy creativo (ahora que pienso, igual ha dicho cretino) que le haga la carta de los combinados. Allá va: Royal Cou, con Ratafía y nata de Amer; Aporellos Verd, con Chartreuse y Palo Cortado. De gran éxito sería el Ayuso-Kease, de inspiración japonesa, con Sake del Delta y Leche cortada de Cuba. Acabaríamos con el chupito Patria, de grosella y Licor 76. Ah, se me olvidaba, la casa invitaría a un chupito de Motolove. ¡Lo petaríamos!