Cuando escribo, viajo mentalmente a través del tiempo. Ya sabéis que, de tanto en tanto, me posee el espíritu de Joanot Martorell y escribo en catalán antiguo, o voy al futuro de la mano de Doc y Marty. Me refiero a Regreso al Futuro, no al consejero del PP, José Luis, aunque estas siglas me trasladan a los años setenta. Ahhh, que nostalgia, una época en la que Suárez le decía a Victoria Prego que no se organizó un referéndum para decidir si los españoles queríamos monarquía o república, «Porque lo hubiésemos perdido». ¡Qué grandes! Quizás por culpa de eso -del no al referéndum- un pagès del Ampurdán tiene que pedir una subvención al barrio de Salamanca.
A diferencia de los que se levantan por la mañana con mucha energía, yo soy más de trabajar de noche. Así que he unido los dos conceptos: viaje y noche, para darme cuenta de que estoy cometiendo una legalidad, porque en cierta manera incumplo el toque de queda. Ya me espero que de un momento a otro pique a la puerta el urbano que me puso la multa de la moto sobre la acera, para ponerme otra sanción grave inventada. Esta vez el papelito dirá: «Por salir de casa mentalmente y de noche». Como después presentas un montón de recursos y ni se los miran, como mínimo tendrán papeles para limpiarse el culo, ahora que volveremos a sufrir carencias «celulosíticas» en el Mercadona. Estos días se oye mucho eso de: «sé que me he hecho mayor porque el estado de sitio no me afecta, ya hace mucho que no salgo de noche». A mí no es que no me afecte, es que no salgo de casa en toda la semana. Eso del teletrabajo es cojonudo, básicamente porque no hace falta que te laves nunca, y acumulas porquería, como la que hay bajo las alfombras de la direcc… ¡Vaya! Qué mala suerte, se me ha acabado el espacio.