Diari Més

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Durante los años 90 me aficioné a ir los domingos al Mercado de Sant Antoni de Barcelona a buscar gangas literarias. Un día vi una colección de siete autores de prestigio que tenían un precio para reír y un peso para llorar. Regateé como un esclavista y cada volumen me salió por 1 euro. Subir los libros a casa fue como cargar con el ataúd de Obélix y hice más viajes que Darwin. Eso sí, una vez colocados, contemplé orgulloso la estantería, pensando que Trump era un imbécil haciendo negocios comparado conmigo. Ahora ya sabemos que también era un imbécil cuando no hacía negocios… él y yo.

Por cuestiones que no explicaré (¡Shhh! No podía pagar el alquiler) cambié de piso y fui a vivir a un confesionario de Hospitalet de Llobregat. Como no he tenido nunca amigos, me tocó pedir ayuda a un tío que cobraba la hora a precio de Zona Azul. Entre las cajas que tuvo que comprar aquel hombre y el tiempo que tardó en trasladar los libros me cobró 30 euros. Por diferentes circunstancias (sí, vaaale, no pagué el alquiler) me tuve que trasladar a la capital de la Hispania Citerior. Es importante que os quede grabado en el cerebro esto: 80 escalones de la calle a casa. El hombre de la mudanza (que debía ser de Bilbao) dijo como un Cid Campeador: «Esto me lo pelo yo con dos chavales». Pero aquellos «chavales» se negaron a subir los libros, así que tuvo que contratar una grúa. Los libros de un euro acabaron costándome 250 sestercios. Hubiese valido más la pena quemarlos en un descampado. ¿Cómo? ¿Qué de quien eran los libros? Los habían escrito un tal Solé Tura, Fraga, Miquel Roca y uno con barba al que llamaban Peces.

Por|Para diferentes circunstancias (sí, vaaale, no pagué el alquiler) me trasladé en la capital de la Hispania Citerior. Es importante que os quede grabado|gravado en el cerebro lo que diré ahora: 80 escaleras|escalas de la calle en casa. El hombre de la mudanza (que debió ser de Bilbao) dijo como el Cid Campeador: «Esto me lo pelo yo cono dos chavales ». Pero aquellos «chavales» se negaron a subir los libros, en cuanto|así que tuvieron que contratar una grúa|grulla. Los libros de un euro acabaron costándome 250 sestercios. Habría valido más la pena quemarlos en un descampado. ¿Como|Cómo? ¿Que de quien|quién eran los libros? Los habían escrito un tal Solé Tura, Fraga, Miquel Roca y alguien con barba a quien le decían el Piezas.

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