Me hace gracia que en la Audiencia Nacional estén toda la mañana hablando de Alcanar, Riudecañas, Cambrils o Tortosa. Ya parece un pleno de la Diputación de Tarragona. Afortunadamente, la Noemí no tiene la mala folla del presidente de la sala, porque si no, los diputados provinciales tendrían que ir con armadura.
Toda la mañana que oigo el juicio de fondo por la tele, sin hacer mucho caso, como si hablase Pedro Sánchez. Total, cuando llegue la parte interesante, seguro que no se admitirá nada, como ya hacían los de la sala de mármol del Marchy. También me pasa otro fenómeno con este juicio, que hacen un plano general de todos los abogados, se oye que uno de ellos habla, pero ¡a ver si tienes cojones de saber quién es! Con la mascarilla es como jugar al «¿Quién es quién?» sin pistas. Por suerte, cuando oigo la voz de una abogada, ya descarto a los hombres. Por cierto, no sé qué letrada es la que tiene la misma voz que la Duquesa de Alba. Propondré al CGPJ que pidan un traductor, aunque no sé de qué embajada tendría que venir.
De tanto en tanto oigo alguna pregunta interesante de la defensa y levanto las orejas como un perro mastín. A continuación oigo al magistrado que le grita: «¡Impertinente!». Yo, que estoy despistado, pienso que el abogado le contestará «impertinente lo serás tú». Entonces, el letrado se enfada y él le mete la bronca: «creo que lo he dicho bien claro, y en español… yo no hablo otro idioma». Y así pasan la mañana: pregunta, bronca, bronca, pregunta, que ya parecen los del Sálvame. No querría ser desconsiderado, pero mirando a los tres del tribunal pienso: «¿Nadie le ha dicho al del centro que hay una palanquita en la silla para subirla un poco?». Ese me recuerda a uno de los Tacañones del 1,2,3 Responda otra vez. De hecho, el primer día ya lo oímos decir aquello del «campana y se acabó».