Ya no queda ni un a casa en Cataluña que no tenga una plantación de marihuana bajo la cama. ¡He dicho! Mi estudio es serio y está sustentado en el big data. Los que nos dedicamos a esto de la crónica negra nos levantamos cada día con un avance: «Operación policial en curso contra el tráfico de marihuana». Un día es en pichapinoslandia y otro en el Camp de Tarragona o en el Ebre. Pasa igual en una masía del Montmell, una casa de Mont-roig o un apartamento en Salou. En los chalets de Alcanar hacen otro tipo de «plantaciones», pero -ssshhh- eso lo llega la KGB. En el terreno de la María hay diversas modalidades, como en el motociclismo. Los policías le llaman «indoor» a los cultivos que se hacen en el interior. Y a mí que eso me recuerda a mi época de mozo (en la acepción de tío bien plantado, no de poli), cuando me gustaban las carreras de enduro. Siempre ganaba un tal Torrontegui, que si corriese ahora, con este nombre y tal como está el patio, dirían por Antena 3 «y la carrera la ha ganado un corredor filoetarra». ¿Os imagináis que se demostrase que la marihuana es eficaz contra el coronavirus? Los jefes policiales echarían un suspiro que se oiría en Marruecos, aliviados de no tener que dedicar miles de agentes a buscar la maría, como si fuese la madre de Marco. Salvador Illa saldría en el telenoticias subiéndose las gafas y diciendo: «El Gobierno ha creado una ayuda especial para que los ciudadanos españoles puedan tener diez cogollos de marihuana en casa». Las farmacias se convertirían en viveros para vender plantitas, y en el Liceo harían conciertos de reggae donde se permitiría fumar. ¿Qué? ¿Os parece absurdo el artículo de hoy? Es que yo ya me he «vacunado» hoy.